Hola a todos de nuevo. Sé que no tengo perdón, que en la anterior entrada del blog había prometido no dejar pasar tanto tiempo entre una publicación y otra... Y ya ha pasado más de un año. Todo empezó por un problemilla que tuve con el ordenador (directamente se murió), después surgieron nuevos proyectos que se llevaron casi todo mi tiempo libre.Y es que soy de esas personas con mil inquietudes, incapaz de dejar nada por hacer. Me encantan los retos y probar cosas nuevas y así se me van los días, las semanas, los meses...
En esas anduve hasta que alguien decidió que no podía pasar más tiempo alejada de vosotros y se encargó de poner en marcha otra vez mi ordenador.
¡Mil gracias Alejandro! El día que nos vimos por primera vez, hablamos de muchas cosas durante horas, pero sobre todo de cocina, nuestra gran pasión común. Me dijiste que cuando te hablaba de mis recetas, de cuánto me relajaba meterme en la cocina durante horas y de mi blog, los ojos me brillaban de un modo especial y puede que sea cierto, pero no era el único motivo ;) Gracias por alentarme y apoyarme en cada nuevo proyecto, por creer en mi y por enseñarme taaaantas cosas, truquillos y secretos que nadie más podría. Es un placer cocinar contigo.
En todo este tiempo de ausencia, he cocinado muchísimo y me he metido de lleno en el mundo de la repostería creativa, así que tengo un montón de cosas para enseñaros poco a poco. De momento voy a empezar por estas deliciosas croquetas. Tienen un sabor increible y son muy muy cremosas.
Ingredientes:
- 100 ml de aceite de oliva virgen
- 100 gr de harina de trigo
- 1 litro de leche
- 2 ajos medianos
- 100 gr de espinacas frescas
- 10 langostinos o gambones grandes
- 2 huevos
- pan rallado
Lo primero que debemos hacer es lavar bien los langostinos y colocarlos en una fuente de horno. Se cortan los ajos muy finos y se espolvorean por encima de los langostinos. Se añade sal al gusto y se bañan con los 100 ml de aceite de oliva virgen. Se introduce la fuente en el horno precalentado a 180º. El tiempo depende un poco de cada horno, yo los tengo unos 8 minutos, el tiempo suficiente para que la cáscara pierda la transparencia y cambie de color.
Cuando hayan enfriado un poquito se pelan los langostinos, se cortan en trocitos pequeños y se reservan.
Se vierte en una sartén todo el aceite de la bandeja y se pone a calentar para saltear las espinacas frescas previamente cortadas. Cuando estén ya tiernas, se añade la harina y se cocina bien para que pierda el sabor a crudo. Es muy importante no dejar de remover en este punto para que no se pegue.
Cuando la harina ya esté un poco tostada, se va agregando poco a poco toda la leche, removiendo con las varillas para conseguir la bechamel.
En este momento se debe rectificar de sal y añadirle el toque de sabor que guardan las cabezas de los langostinos (que también habremos reservado). Se aprietan una a una hasta conseguir extraer todo el coral.
Cuando la bechamel ya está cocinada y se consigue la textura deseada, se añaden los langostinos troceados.
Se remueve bien para que los langostinos queden bien integrados y se vierte la masa de las croquetas en una fuente. Se deja enfriar en la nevera durante unas horas para que coja consistencia y se puedan bolear. Para que no se forme una costra en la superficie es necesario tapar la masa con film transparente que debe estar en contacto con la bechamel.
Con estas cantidades yo conseguí una masa muy cremosa, puede ser un poco más difícil a la hora de formar las croquetas, pero os aseguro que quedaron espectaculares. Podéis aumentar la cantidad de harina para que os quede una masa más firme, pero tiene que ser al principio de la receta para que no sepa a crudo.
Con la ayuda de dos cucharas se le da forma a la masa, se pasan por huevo y después por el pan rallado. Se frien en abundante aceite bien caliente y ya están listas para devorar.
¡Buen provecho y besinos!